Los paraguas de Okinawa
La isla de Okinawa tiene muchas bellezas naturales. Y otras tantas incomodidades menores.
La época de lluvias, entre Mayo y Julio por ejemplo, tiene un dejo a verano porteño: calor y humedad a cielo encapotado de gris plomo y asfalto resbaladizo, pero a diferencia de Baires, en la bella isla, nadie parece darse cuenta.
Cuando llueve, llueven gotas gordas y para; y vuelve a llover como si nunca antes hubiera llovido. Es un ciclo que pone a prueba la paciencia misma de los "shiza", tradicionales figuras de cerámica, dos leones que auyentan los malos espiritus de las casas okinawenses. Los malos espiritus quizás, ...la lluvia, no.
El calor permanente durante todo el fenómeno atmosférico, plena primavera isleña, hace que a los pocos minutos de haber diluviado, todo vuelva a estar seco. Sin charcos de agua ni indicios que sugieran el próximo chaparrón, más que la permanencia de un cielo tímido, gris, sin Sol.
Los hombres y mujeres "uchinanchi", ajenos a este capricho climático, recorren las calles sin prestarle demasiada atención a las enormes gotas de agua. Inclusive, (y lo he visto con mis propios ojos escépticos) ellos... parecen no mojarse.
La historia que les voy a contar me ocurrió en un veloz atardecer okinawense, yendo hacia el SoHonbu a entrenar y, si tuviera que justificarla, diría que "el exceso de imaginación" a veces puede jugarnos en contra.
Las clases en el Jundokan SoHonbu no guardan una estructura tal y cual la entendemos en la Asociación (AKKKA)... El Dojo Central está abierto desde las 14:00 hasta las 22:00 según reza el cartel dela puerta, pero a mi me citaron a las 17:00 y anoche entrenamos hasta las 21:00 y ya eramos los últimos...
Tal como hice ayer, salí del hotel temprano a las 16:40, con tiempo más que suficiente, estoy a 200 metros.
Era mi segundo día en la isla y ya había notado que mucha gente andaba con su paraguas durante los sorpresivos chaparrones. Pero terminaba el aguacero y, como por arte de magia, ya nadie los tenía.
No tardé mucho en descubrir paragueros metálicos afuera, en las puertas de los negocios, y esto me llevó a pensar: -Qué fantástico concepto!!!, para que cargar con un ridículo paraguas si podes dejarlo en cualquier paraguero, y más adelante tomar otro, de algún otro paraguero; cuando la lluvia reinicie su proceso malicioso de querer empaparte, tendrás alguno cerca!. La idea era brillante: "el paraguas comunitario", un cántico al desapego a las cosas materiales y sobre todo sumamente incómodas, tanto como un paraguas cuando, ...NO llueve.
La época de lluvias, entre Mayo y Julio por ejemplo, tiene un dejo a verano porteño: calor y humedad a cielo encapotado de gris plomo y asfalto resbaladizo, pero a diferencia de Baires, en la bella isla, nadie parece darse cuenta.
Cuando llueve, llueven gotas gordas y para; y vuelve a llover como si nunca antes hubiera llovido. Es un ciclo que pone a prueba la paciencia misma de los "shiza", tradicionales figuras de cerámica, dos leones que auyentan los malos espiritus de las casas okinawenses. Los malos espiritus quizás, ...la lluvia, no.
El calor permanente durante todo el fenómeno atmosférico, plena primavera isleña, hace que a los pocos minutos de haber diluviado, todo vuelva a estar seco. Sin charcos de agua ni indicios que sugieran el próximo chaparrón, más que la permanencia de un cielo tímido, gris, sin Sol.
Los hombres y mujeres "uchinanchi", ajenos a este capricho climático, recorren las calles sin prestarle demasiada atención a las enormes gotas de agua. Inclusive, (y lo he visto con mis propios ojos escépticos) ellos... parecen no mojarse.
La historia que les voy a contar me ocurrió en un veloz atardecer okinawense, yendo hacia el SoHonbu a entrenar y, si tuviera que justificarla, diría que "el exceso de imaginación" a veces puede jugarnos en contra.
Las clases en el Jundokan SoHonbu no guardan una estructura tal y cual la entendemos en la Asociación (AKKKA)... El Dojo Central está abierto desde las 14:00 hasta las 22:00 según reza el cartel dela puerta, pero a mi me citaron a las 17:00 y anoche entrenamos hasta las 21:00 y ya eramos los últimos...
Tal como hice ayer, salí del hotel temprano a las 16:40, con tiempo más que suficiente, estoy a 200 metros.
Era mi segundo día en la isla y ya había notado que mucha gente andaba con su paraguas durante los sorpresivos chaparrones. Pero terminaba el aguacero y, como por arte de magia, ya nadie los tenía.
No tardé mucho en descubrir paragueros metálicos afuera, en las puertas de los negocios, y esto me llevó a pensar: -Qué fantástico concepto!!!, para que cargar con un ridículo paraguas si podes dejarlo en cualquier paraguero, y más adelante tomar otro, de algún otro paraguero; cuando la lluvia reinicie su proceso malicioso de querer empaparte, tendrás alguno cerca!. La idea era brillante: "el paraguas comunitario", un cántico al desapego a las cosas materiales y sobre todo sumamente incómodas, tanto como un paraguas cuando, ...NO llueve.
Y recordé... los paraguas comunistas... excelente!!!
Tome uno cualquiera del paraguero de un comercio pequeño. No me iba poner a elegir. Tamaño medio, de plastico transparente con unas pequeñas flores rojas dibujadas aquí y allá. Lo abrí y caminé despacio, como triunfante frente a un clima que, solo por joder, espera a que uno salga. Me fascinaba la idea de completar el ritual, dejarlo frente a otro negocio al final del chubasco y cerrar el círculo.
Apenas 30 metros había caminado con mi escudo contra el agua, cuando no pude dejar de escuchar detrás mio a una señora, entrada en años, bajita, con un sombrero playero, de ala corta, que parecía reprender duramente a un joven local de aspecto "yuppie" que muy pacientemente la escuchaba.
Creí impertinente mirar y me aleje un par de pasos siguiendo mi camino, pero los gritos se hicieron más fuertes aún y de reojo me pareció como que el joven intentaba pedirme "auxilio".
Me volví como para ver si esta vez aparecian los subtítulos debajo, y no, no hubo caso, no subtítulos; el más puro japonés, absolutamente críptico para mi. Sin embargo... ahora ambos miraban hacia donde yo estaba, lo cual me incomodó un poco pues, la señora seguía dando su sermón, dedo en alto, mientras el joven de traje oscuro arremangado, remera blanca y zapatos italianos de brillante charol negro, me hizo un gesto con sus ojos cansinos, cejas de abnegada tolerancia y su mano sutilmente abierta invitándome a participar de la reprimenda.
La sensación comenzó llegando como desde la panza, irradiándose al resto del cuerpo en un rubor sudoroso y llegó a mi cabeza erizando de vergüenza cada uno de los pocos pelos que van quedando en ella. Mis ojos se abrieron cual tartas de tofu al tiempo que mi boca intentaba sin éxito, balbucear algo con sentido en algún idioma terrestre... Mire el paraguas como si existiera posibilidad de error y sin tardar más tiempo se lo entregué con una profunda reverencia.
Él notó mi avergonzado ceremonial y quizo tranquilizarme ofreciéndome el típico -Don't worry, no problem.
La anciana se había acercado hasta nosotros, recibió el paraguas de manos de su nieto, lo revisó conciensudamente, lo aseguró con la clásica tirita y me dio un paraguazo en el brazo al tiempo que soltaba su último monólogo de fácil interpretación.
Él me guiño un ojo con un gesto tranquilizador, dejo que la Nona se apoyara en su brazo y se alejaron lentamente.
Ya no llovía. Solo el calor y la humedad okinawense, y yo, en el medio de la vereda, aún sin poder justificarme.
La dispar pareja casi llegaba a la escalera de la estación de Asato. La anciana dejó el paraguas apoyado en un cantero sobre la vereda, totalmente despreocupada y ambos desaparecieron al entrar al edificio de apartamentos.
Mire a todos lados, respire profundo, baje la cabeza y camine hasta el dojo. La lluvia volvía tímidamente.
Y yo..., había aprendido que los paraguas de Okinawa no son comunistas.
Él notó mi avergonzado ceremonial y quizo tranquilizarme ofreciéndome el típico -Don't worry, no problem.
La anciana se había acercado hasta nosotros, recibió el paraguas de manos de su nieto, lo revisó conciensudamente, lo aseguró con la clásica tirita y me dio un paraguazo en el brazo al tiempo que soltaba su último monólogo de fácil interpretación.
Él me guiño un ojo con un gesto tranquilizador, dejo que la Nona se apoyara en su brazo y se alejaron lentamente.
Ya no llovía. Solo el calor y la humedad okinawense, y yo, en el medio de la vereda, aún sin poder justificarme.
La dispar pareja casi llegaba a la escalera de la estación de Asato. La anciana dejó el paraguas apoyado en un cantero sobre la vereda, totalmente despreocupada y ambos desaparecieron al entrar al edificio de apartamentos.
Mire a todos lados, respire profundo, baje la cabeza y camine hasta el dojo. La lluvia volvía tímidamente.
Y yo..., había aprendido que los paraguas de Okinawa no son comunistas.
Junio 2012
The Umbrellas of Okinawa
The island of Okinawa has many natural beauties. And many other minor discomforts.
The rainy season, between May and July, for example, has a hint of summer "porteño": heat and humidity lead gray overcast sky and slippery asphalt, but unlike Baires, on the beautiful island, nobody seems to notice.
When it rains, rain drops and fat, and it rains again like it never before had rained. It's a cycle that tests the patience itself "Shiza" traditional ceramic figures, two lions get it away evil spirits of Okinawan house. Evil spirits perhaps ... the rain, no.
The heat during the whole atmospheric, full spring island, makes a few minutes after strong rain, everything will be dry. No standing water or evidence to suggest the next downpour, but the permanence of a shy sky, gray, without Sun
Men and women "uchinanchi" outside this climate whim, walk the streets without paying much attention to the huge raindrops. Even (and I have seen with my own skeptics eyes) them ... seem to stay dry.
The story that I to tell you was in a fast Okinawan sunset, heading SoHonbu train and, if I had to justify it, I'd say "too much imagination" can sometimes play us against.
Classes in SoHonbu Jundokan bear no such structure which we understand in the Association (AKKKA) ... The Central Dojo is open from 14:00 to 22:00 as you can reads on the door sign, but I quoted last night at 17:00 and 21:00 and train up and we were the last ...
As I did yesterday, I left the hotel early at 16:40, with plenty of time, I'm at 200 meters.
It was my second day on the island and had noticed that many people walking with their umbrellas during downpours surprise. But the rain ended and, as if by magic art, nobody had them.
It did not take long to discover metal umbrella stands outside the doors of the business, and this led me to think: 'What a fantastic concept!, To carry an umbrella if ridiculous can leave at any umbrella stand, and later take another , some other umbrella stand, when malicious rain restart its process of wanting to soak, have one nearby!. The idea was brilliant: "Community umbrella," a song to detachment to material things and above all extremely uncomfortable, much like an umbrella when it NOT rains.
Time to train. I leave the hotel and pouring. Must have occurred on the road between I looked out the window and not a drop, until I got off the elevator and you only see them fall you wet. Two blocks under the "sea laps" I would unpresentable face to Tetsunosuke Yasuda sensei, 10th Dan, 87 age old, a historical piece of Jundokan.
And I remembered ... "Communist umbrellas" ... excellent!
Take any one of the small trade umbrella stand. It would make me choose. Average size, clear plastic with small red flowers drawn here and there. I opened it and walked slowly, as triumphant against a climate that, just fuck, wait until you leave. I loved the idea of completing the ritual, leaving over another business at the end of the shower and close the circle.
Just 30 meters had walked with my shield against water, when I could not stop listening to a lady behind me, in years, short, with a beach hat short wing, seemed harshly reprimanding a local youth looking " yuppie "who very patiently listened. I thought impertinent look and walked away a few steps along my path, but the shouts grew louder still and looked askance at me like he was trying to ask me "help".
I turned to see if this time appeared the subtitles below, and no, there was no case, no subtitles, the purest Japanese, quite cryptic to me. However ... Now both looked toward me, which bothered me a bit then, Mrs. was giving his sermon, finger raised, as the young man rolled up dark suit, white shirt and shiny Italian shoes black patent leather, waved me weary eyes, eyebrows tolerance and selfless open his hand subtly inviting me to participate in the reprimand.
No need to move. The rain had stopped and the subject walked the few steps that separated us and told me in perfect English with some "courtesy accomplice":-That's the umbrella of my grandmother. Would you be kind to return her?
The feeling started coming as from the belly, radiating to the body in a sweaty flush came into my head bristling with shame every few hairs that are left in it. My eyes widened which tofu cakes my mouth while trying unsuccessfully mumble something meaningful in any Earth language ... Watch the umbrella as if there no possibility of error and take longer handed it with a bow.
He noticed my embarrassment and wanted to reassure ceremonial offering the typical: -Don't worry, no problem.
The old woman had come down to us, was the umbrella from his grandson, carefully revised it, secured it with the classic strip and gave me a "umbrella hit" in the arm while spilling his final monologue, easy interpretation. He winked at me with a reassuring gesture, let the Old woman's reliance on his arm and walked away slowly.
The rain had stopped. Just heat and humidity Okinawan, and I, in the middle of the sidewalk, still unable to justify.
The unlikely pair almost reached the stairs Asato Station. The lady left the umbrella resting on a vase on the sidewalk, completely carefree and both disappeared upon entering the apartment building.
Look around, take a deep breath, lower your head and walk to the dojo.
The rain returned timidly. And I ... I had learned that the umbrella of Okinawa are not communists.
June 2012
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